-Me amaneció una piedra amarilla hoy- dijo Juana acercándose a Tomás.

Tomás la miró sin entender lo que decía. Desayunaba junto a la ventana en la mesa cotidiana.
Juana se acercó al conjunto (Tomás, mesa, desayuno) y formó con las piedras, que solía guardarse en los bolsillos del alma, una rueda de la fortuna.
- esta parece ser un meteorito - dijo Juana señalando la del centro de la composición y observó a Tomás buscando una mirada cómplice. Dudaba y bastante, de que él llegase a ver las piedras. Al fin y al cabo eran piedras de los bolsillos del alma.
Sus ojos se cruzaron un instante, (pueden las pupilas volverse piedras). Tomás retomó la lectura del diario digital. En cambio Juana canturió y rió entre burlas de amistad y sorbos de mate.
- Esta parece ser un centímetro cuadrado de luna, con cráter y todo.
Insistió Juana. A vos que te gustan los números, cuánto crees que valga un centímetro cuadrado de Luna?
Tomás levanto la vista, había captado su atención.
-Deberías publicarla en internet- respondió Tomás divertido
Juana rió con los ojos.( O las piedras porque el alma ríe mejor)
-qué insensible! - respondió- Son piedras del alma, o del corazón, si te gusta más lo empírico.
- esta parece un culo - dijo él.
-Si pensé lo mismo- agregó Juana
Pero también puede ser un corazón
- cómo estás hoy - dijo Tomás dejando un poco de lado la lectura ...para intentar leer a Juana.
- y si! Hoy es hoy, por qué tendría que estar de otra manera.
Tomás volvió los ojos al diario
Juana a las piedras.
Que ya no estaban sobre la mesa. Volvieron al bolsillo. Y pensó todas son piedras olvidables, salvo las que brillan.
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