En lo que va del 2024 me
he juntado a tomar la merienda con frutas como ananá, durazno y naranjas.
Aunque yo solo quería tomar un té de lavanda porque necesito relajar.
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Asado y rusa
papa con cebolla
fideo de paquete verde
ayudo a hacer masa
y lavar el piso
Novela: María la del barrio
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En esta época he sentido
que ya no compro las mismas cosas. Hace tiempo no compro palta y eso me preocupa.
“¿qué otras cosas tendré que dejar de comprar?”, pienso.
Mis meriendas también son
distintas. Comparto con seres queridos pero muchos de ellos están lejos. Yo
estoy lejos y cada vez se vuelve más inaccesible ir a verlos. (Por el costo del
transporte, por el ritmo laboral, por la vida)
Hay esperanza sin embargo.
Hay muchas cosas que me motivan y me relajan en los tiempos de caos. Los tés
por las tarde, el sahumerio de lavanda, mis compañeros y amigos,mi pareja. Ayer
comí salame con queso, es lindo comer
cosas ricas. Te pone feliz.
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Desde que hizo su
aparición ese salame, hace poco más de un mes la angustia e incertidumbre,
siento invadida la comarca. Ando buscando de una punta a la otra para
encontrarme con una palta un ananá que pueda llevar a mi mesa. Sin embargo, con
un guiso en el centro nos encontramos.
Las lavandas de mi jardín
alivian mi mirada furiosa de las cosas.
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Enero y Febrero 2024
Son las 12,30 y estoy
sentada en la parada del colectivo que me va a llevar a Lago Puelo desde El
Bolsón. Es 8 de febrero del 2024. Pongo el teléfono en modo avión. Quiero ir al
lago a tomar mate, fumar pucho y leer. A los 20 minutos de espera se sientan
dos personas. Una va a ser la que suspire y la otra la que informe: un paquete
de fideos, de cualquier marca, sale por encima de los $1000 y la yerba algo como
$ 3.000, escucho. La del suspiro se frota los ojos, baja la cabeza y hace
silencio. Estamos las 3 en silencio esperando el colectivo. El modo avión es
una ficción. Me río de mí y suspiro.
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Intolerante al salame
tomátelas
me distrae un poco la merienda en el río
me hace bien la lavanda lila para descansar y soltar tanta tensión.
Se percibe, se observa se
escucha la falta de guiso que empieza a picar. La preocupación se alimenta diariamente.
Pero aquí estamos, entre
paltas, lechugas, naranjas y duraznos, ensayando un nuevo hacer, una ensalada
variada, reunida, colectiva que estimule la salida colectiva.
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Cada
vez está más triste el país porque no hay alimentación ni merienda en estos
días para los chicos.
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El
guiso de la época se prepara con ingredientes de alto porcentaje de salames con
aire de lavanda lina que no alimentan ni a media naranja, exprime nuestros
ananás hasta dejarlos como lechugas marchitas. ¿Qué haremos sin palta, sin
merienda, comeremos más arvejas partidas? Gritaremos tomátelas, tomátelas, y
sembraremos tomates.
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Pensarás
que soy medio salame, pero desde que dejé de tomar mi merienda no dejo de
pensar en las arvejas y lechugas que dejé de regar, no puedo salir al jardín, “soy
un nabo” me decía, pero es que los pensamientos que alimentan mi alma se
volvieron un guiso de palta y ananá, como si una lila lavanda, dulce como un
dátil, me alechugara el corazón, y ahí grito, con la cara naranja de bronca:
tomátelas peluca!! Ahh, y sueño que me como un durazno.
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No
a las internaciones compulsivas, derechos humanos.
No
a las salas de torturas. Por ejemplo; electroshock insulínico, cuarto de
aislación.
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Que
salames somos que no vivos cómo nos fragmentaban desde el poder e hicieron un
guiso con todos nosotros difícil de digerir. Hoy todo va a estar más durazno,
pero ya se huele a lavanda y naranja $%&(/&%# S. M.
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Yo
vivo el verano,
contenta…
no comí mucha palta
si lechuga y tomate
soy feliz comiendo: frutillas, cerezas, frambuesas, melón.
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Sin
desearlo nos comimos un salame que nos está intoxicando rápidamente.
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Tengo
la oportunidad de comer bien, llego llena. Pero conozco gente que no llega del
todo. Aunque compartimos, no salda. Decidimos dejar el salame, el palmito y la
palta, para que alcance a más arvejas y naranjas.
Un
mate con menta y amistades olor a lavanda, cambiar un ratito el día, una visión más lila me fortalece y puedo
seguir.
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Con
tantas palabras de comida me dio hambre, me falta la merienda, pero mi alma se
alimenta con este encuentro en la plaza, sabroso como las arvejas y nutritivo
como la palta.
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El
escenario político y vital viene bastante durazno y ante tanto sacudón por
momentos me siento un salame. Reconectar con lo que nos alimenta el cuerpo y el
alma es siempre el camino.
Amo
ver los tomates crecer en el huerto y compartir entre charlas y complicidades
las meriendas, los guisos y las ollas populares con arvejitas recién cosechadas.
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Naranja
en gajos
como sonrisa y juego
cascaritas con menta
para el mate
lavanda de las veredas para suspirar
arvejas regaladas de huerta amiga
cosechada por Barby
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Preocupado
por el futuro de mi querida Argentina y
Feliz
por estar en El Bolsón con todos ustedes.
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Tomatelás,
salame. No pretendo ananá con palta. Me conformo con naranjas, con lavanda.
Pero
tomátelas. Se me atraganta el guiso. No puedo digerir las arvejas.
Sabés
qué? Tomatelás
Sabés
qué? Es indecible lo que siento, me da vergüenza la angustia. Asco me das,
salame.
No
me animo a moverme. No puedo proyectar. ¿Cómo hago la lista de las compras?
Tomátelas,
salame.
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